Círculo de liberación y venganza en “Jacob y el otro” de Juan Carlos Onetti

doctor Alonso Cueto nos dice que en la obra de Onetti, “el fracaso no es el resultado de una vida de esfuerzo y lucha. En sus personajes el escepticismo es una actitud natural e instintiva, y a la vez consecuencia de las lecciones del tiempo.” (p.8)
Bajo esta premisa Jacob carga con los pasivos de un envejecimiento y subida de peso que hacen ver lejano su campeonato de hace 10 años.
Orsini desconfía de su pupilo porque además no sabe cómo conseguir el dinero del desafío, y une sus dudas a las puyas de Adriana contra Van Oppen y la impresión que le causa la fortaleza del joven retador Mario el turco, novio de la embarazada y violenta mujer; que ejerce un control tutorial sobre este “gorila”, así como el Príncipe lo detenta sobre su pupilo y bestia Jacob, de quien recela violencia al tratar de emborracharlo para escapar del desafío. Jacob sí golpea a Orsini.

habla de una “lucha que pareciera perdida de antemano y de un personaje contradictorio, llamado ex campeón de lucha y gigante moribundo, deteriorado por la bebida. (p.36)

El desafío tiene menor rango que un campeonato. En la historia Orsini y Jacob sobreviven en tours donde el gigante enfrenta retadores aficionados. Para vencer cada reto que es verdadero en la diégesis del relato se necesita de un forcejeo sostenido hasta que el rival mantenga su espalda plana sobre el piso unos segundos.
Lo que siempre es un arreglo es la exhibición o coreografía de técnicas, donde están prefijados los roles, llaves y presas que soportará cada participante, así como el posible modo de vencedor y superador de ataques continuos de otro experto, quien en este caso colabora a la secuencia sin
oponer franca resistencia.
En el catch rara vez se lanza lejos al rival porque se busca paralizarlo para vencer el match. El par de pupilo y alumno están avivando una ilusión al hacer este show lejos de otros contendientes de la experiencia de Van Oppen.

esta historia “hay una ceremonia del deseo: un triángulo compuesto por el protagonista que desea la grandeza deportiva a través de la pantalla de sueños que le propone su manager Orsini. Otra figura triangular se dibuja sobre la base del turco Mario, rival de Jacob, quien desea ganar la apuesta para casarse con su mediadora y novia Adriana.” (p.21)

La esperada puesta de espaldas en el desafío es una ilusión más que no se concreta porque Jacob para recuperar su prestigio rompe las reglas y lanza volando al turco Mario fuera del ring. Los locales se sienten humillados y en esta rabieta colectiva participa Adriana golpeando a su moribundo novio, mientras el público lanza insultos y proyectiles sobre el ring. La violencia llega a su cúspide al final y se hace común denominador
de personajes que son otros manipulados, el turco-sirio por una novia bella pero de comportamiento vulgar, mientras Jacob se convierte en otro fuera del control de Orsini, su mentor tras veinte años de preparación.
Cada pareja es un depósito de vergüenza para su socio; Mario es un fracasado para Adriana, Jacob es una bestia terca y traicionera para Orsini, y el italiano entrenador es un viejo puerco para el blanco y pesado
luchador alemán. Desde la negatividad, estas relaciones se han basado en la búsqueda de un provecho donde el dominado es medio del deseo.

Vargas Llosa señala que “el relato comienza por el final, con un sabio dato escondido en que vemos a uno de los luchadores medio muerto, el turco Mario a quien todo el desarrollo del cuento señalaba como el irremediable vencedor. La historia gira en torno al príncipe Orsini, empresario y explotador del gigante alemán Jacob Van Oppen. (p. 146)
Mientras la narración del médico habla de una operación de difícil diagnóstico con saldo favorable de resurrección de Mario, donde asiste otro galeno Rius y enfermeros, Jacob se venga de todo el peso difamatorio del pueblo que visita, de la soberbia de Adriana y su novio, de la desconfianza de Orsini al golpear de un palmazo en su mandíbula cuando trataba de adormecerlo con la canción Lili Marlen en alemán. Se hace borrosa la victoria porque Van Oppen no coloca de espaldas al turco y porque lo lanza fuera del ring sobre dos butacas para producir-le múltiples fracturas a los huesos y un largo coma. La venganza se manifiesta en una tarea difícil para la cirugía, encargada por el peligroso lance de la lucha libre.

la llave llamada “el giro del avión”, Van Oppen lanza a Mario fuera del ring, para conservar su récord de vencer retadores en menos de un minuto y para deshacer por su cuenta el compromiso de unas reglas de tres minutos porque la doxa u opinión del pueblo de Santa María y las dudas de su manager le han despertado el ánimo de rebeldía contra un ambiente hostil que le tiene hastiado.
De esta forma, Jacob no tiene que obedecer caprichos humillantes
de Orsini y se libera de esa condición de otredad que lo ha instrumentalizado durante toda su carrera.
El brusco lance también es un signo de desprecio al rival, una demostración en que se lo minimiza como un fardo que se arroja al rincón deseado y una forma de devolver en esta víctima sacrificial todo el ninguneo sufrido que le hizo llevar una mala estadía en el pueblo. Aunque la potencia requerida para esta proyección requiera más fuerza que la que pide voltear al rival, es la forma de un acto que luce su nueva independencia de carácter.

En el cuento, Jacob Van Oppen se sitúa al centro del ring cuando tiene cargado al turco Mario, para que la distancia del difícil lance sea equidistante a cualquier rincón de las butacas donde desea estrellarlo, fuera del cuadrilátero.

burla del peso de una retahíla de pasivos enunciados en su contra?

Jacob Van Oppen sufre la vejación de insultos por su deterioro físico a causa del alcohol. Él pasa de ser un ex campeón resignado y disciplinado a un inversor de las reglas del mundo. Vence a Mario por superioridad técnica, ya que este lo había subestimado y lo lanza en gesto de liberación, porque la otra opción: caer sobre él para seguir retorciéndolo y controlándolo era rumiar la rabia causada por Orsini, Adriana y el pueblo donde es forastero.
La hostilidad sufrida en su ego, le permite planear una respuesta que desbarata la soberbia del retador y lo libra de perder bajo presión del público. Es una victoria borrosa contra un aficionado y el cuento guarda silencio sobre la posibilidad de repetir la hazaña posteriormente en la lucha libre. Jacob se reconstruye con una venganza liberadora sobre todo su entorno.